JUL 192014 Hay muchos pobres en los CERESOs, chivos expiatorios, que pagan penas desproporcionadas o que son inocentes. Hay otros que cometen grandes fraudes y matan o mandan matar y andan libres: Saben esconder su crimen o impedir la aplicación de la ley. Lo importante para ellos es que nadie los vea. El sentido común del pueblo lo percibe, hay frustración, desconfianza en los jueces porque muchos crímenes en esta vida quedan impunes. Pero la gente se pregunta: ¿Así se van a quedar sin sanción absoluta, definitivamente? ¿Nadie nunca hará justicia? Si consideramos sólo la breve vida sobre este mundo, parece que los grandes criminales triunfan, ríen al último y se burlan de los débiles y humildes y del estado de derecho. En una cosmovisión integral, completa de la existencia del hombre, abriendo horizontes en las fronteras de la muerte y la materia, encontramos realidades más profundas, y terribles, espeluznantes, tremendamente graves. Encontramos un sentido pleno y claro de la realidad completa de nuestra existencia. La corrupción es una forma de impunidad, -Cuántos crímenes se perpetran a la sombra del poder. La miseria, hambre, desempleo, falta de oportunidades, vidas tronchadas, frustradas que estamos sufriendo en Michoacán se deben, en general, a la administración de autoridades recientemente pasadas, todos sabemos el nombre, sólo en la esfera oficial simulan no saber. ¡Democracia y poder, cuántos crímenes se cometen en su nombre! Parafraseamos la expresión de un jefe de la Revolución Francesa. Los casos de crímenes sin castigo son incontables como las estrellas del cielo. En esta vida, la justicia es imperfecta, los hombres la atan y amordazan, la corrompen. Sueltan a los culpables. Andan entre la gente, como si nada grandes defraudadores y asesinos, sicarios o mandones como personas honestas. Muchos nombres sin duda se te vienen a la cabeza, hermano lector. Definitivamente, en esta vida hay crímenes que quedan sin castigo. Muchos se olvidan, otros siguen vivos en la memoria como una ignominia porque quedaron sin castigo. En estado de cosas, tendríamos que concluir que el mundo está mal hecho, está construido sobre la injusticia que atrae al asesinato y la mentira y el sufrimiento de los inocentes. No hay esperanza para los inocentes y los humildes y el término de esta vida es el caos, el infierno que construyen los hombres. Pero, en la cosmovisión de los creyentes en Cristo, se desgarran los horizontes de esta vida y se abren espacios de infinitud y de eternidad. La muerte no es un límite y final de los hombres sino una abertura. Tenemos entonces la visión total de nuestra condición humana. El hombre tiene dimensiones de infinito y de eterno. Esto se manifiesta en sus deseos. En esa dimensión a la que todos accedemos un día cesa la injusticia "vendida", falsificada, espuria y aparece la justicia radiante, plena, en su más pura realización. Es la justicia que se funda en Dios, fundamento inconmovible, que no traiciona, transparente, buscando el bien de los pobres, absolutamente sabio y probo. En la Biblia, Dios es juez, a él pertenecen los juicios, las citas textuales son incontables. El es la última instancia de todos los juicios. Finalmente, después de todas nuestras instancias de justicia tendremos que responder ante Jesucristo. El juzga al hombre más allá de esta vida pasajera, de ahí depende la suerte en la vida definitiva. El formó al hombre por amor, como ora la Iglesia Católica, y lo gobierna con sabiduría, puede juzgar en toda justicia. Es infinitamente sabio, incorruptible. Ve todas las cosas con claridad de mediodía, escudriña las intenciones y pensamientos del corazón. Tiene todos los elementos para el juicio por eso es infinitamente justo. Todos estos temas se repiten en la Revelación. Hay hombres muy hábiles para delinquir. Hay poderosos, hombres sin escrúpulos que se enriquecen y se encumbran en esta vida, aplastan y matan. Y no pasa nada. Tienen fuero vital. Por eso muchos sienten que el mal triunfa y que no sirve de nada ser bueno. Pero ¡cuidado!, están abonando para el día del castigo, para la condenación eterna con ninguna desgracia terrena comparable. Algunos simulan no temer y burlarse, ya se constata esa actitud en los salmos. Pero llegará el día del juicio. Es una de las grandes verdades de la revelación. El Evangelio de Lucas insiste sobre esta idea. Cuando alguien muere, lo terrible es que tiene que responder ante el tribunal del juicio. Todos hemos de comparecer ante el tribunal de Dios afirma San pablo en la Carta a los Romanos. Terminará la gloria del mundo, vana y pasajera. Seguirá la condenación eterna, comparable a un horno encendido, a la gehena del fuego. La peor pena será perder a Dios el único que calma la sed de lo infinito, de amor y felicidad. Nada quedará impune, la cuenta es totalmente estricta sobre todo lo que hiciste, dijiste o dejaste de hacer. |