| MAY 052016 Las que son madres saben el sentimiento que se alberga en su corazón hacia sus hijos, los límites del amor son inconmensurables, por un hijo se hace cualquier sacrificio, desgraciadamente no siempre son bien correspondidas, habemos hijos ingratos que las abandonamos a su suerte, amén de quienes además les dan malos tratos. La corrupcion del ser humano ha llegado hasta la mezquindad de volverse contra el ser que sufrió y expuso su propia vida para darle la existencia. Por lo general la imagen que tenemos en la memoria es el de una madre tradicional que cría, cuida, alimenta a sus hijos y se dedica a las labores del hogar, pero este concepto ha evolucionado a tal grado que aparte de lo ya expuesto, la madre tiene que salir a trabajar para llevar el sustento diario y es cuando las cosas elevan su magnitud por la multiplicación de tareas y responsabilidades. Por supuesto que existen muchas madres que además de dedicarse a la crianza de sus hijos tienen que cumplir con la obligación laboral propia de su profesión, entre ellas están las maestras. Esta vez quiero que me permitan dedicarles estas líneas a ellas, porque sé del esfuerzo que realizan y del compromiso que tienen, son grandiosas, motivo de admiración y de orgullo. Cuesta trabajo imaginar, que además de realizar las tareas domésticas para tener su casa en orden, atender a sus hijos, en ocasiones a los nietos y a su marido, las maestras se enfilen diariamente con diligencia y afán a trabajar a la escuela donde les espera un grupo de niños con la esperanza de ver la luz que genera el conocimiento y que es estimulada por el amor de madre que las maestras le imprimen a su trabajo, en verdad que es maravillosa esa conjunción de esfuerzos y sentimientos. Ser madre y maestra a la vez, le da a ambas responsabilidades una categoría superior y a ellas las invade un halo de luz que las enaltece sin esperar reconocimiento por ello, ellas saben lo que están ganando cuando logran despejarse de los problemas familiares para poder ingresar al salón de clases, y saben también que al salir de la escuela tienen que alejarse un poco de las tareas escolares para atender y convivir un rato con su familia, dura tarea, porque inevitablemente tienen que trabajar en casa las tareas escolares, la simple planeación de cada clase les lleva horas, tiempo que reduce la convivencia diaria con sus hijos, pero ellas se las ingenian, son mágicas...son súper mujeres. Y cuando las maestras que además son madres tienen que estudiar, hacer un curso, diplomado, licenciatura o postgrado las cosas se ponen peor, pero lo hacen todo, atienden los hijos, los nietos, su grupo de alumnos y siguen estudiando. Si nos tratamos de explicar cómo le hacen para cumplir con todas las tareas, sin temor a equivocarme pienso que las mueve la motivación de darles a sus hijos un mejor estilo de vida y brindarles a sus alumnos una atención de calidad con resultados satisfactorios y palpables, aunados al deseo de trascender, de romper barreras y sentirse plenas como mujeres y como profesionales de la educación. El mes de mayo concentra dos fechas importantes para los trabajadores de la educación y la sociedad en general, el 10 y el 15, en lo particular en esta columna de reflexión hoy quise hacer una fusión que eleve y potencie la labor de las maestras que a la vez son madres y viceversa con la intención de despertar el aprecio y la admiración para estas mujeres que logran demostrar que se puede llegar a lo que para algunos resulta imposible. Mi admiración y respeto para ustedes madres maestras. |